martes, 15 de mayo de 2012

Rapunzel New Version


Érase una vez, una hermosa joven, llamada Rapunzel, que vivía en una torre en medio de un lejano y frondoso bosque. Una odiosa mujer, enfadada con el mundo, decidió encerrarla allí cuando Rapunzel sólo tenía 12 años cegada por la envídia que le tenía por ser tan bella. La torre no tenía escaleras ni puertas, sólo una pequeña ventana en lo más alto. La abandonó allí junto a un Ipod con reggaetón y unas revistas del corazón (no quería que fuera más lista que ella y escapara algún día).

Cada vez que la bruja (como Rapunzel la llamaba a escondidas) quería subir a lo alto de la torre, gritaba bajo la ventana: -¡Rapunzel, Rapunzel, lanza tu trenza!-. Rapunzel tenía un abundante cabello largo, dorado como el sol, gracias a unas extensiones de queratina que le puso la vieja para tal fin. Entonces la bruja trepaba por la trenza y subía hasta la ventana - menos mal que ha hecho la dieta Dukan-, pensaba Rapunzel mientras la vieja subía. Un día un muchacho, que cabalgaba por el bosque a lomos de un hermoso quad blanco, pasó por la torre y escuchó una canción tan gloriosa que se acercó –Papi, papi, papi chulo, papi papi papi ven a mi-. Atraído por tan melodiosa voz, el joven buscó entrar en la torre pero todo fue en vano. Sin embargo, la canción le había llegado tan profundo al corazón, que le hizo regresar al bosque todos los días para escucharla. Uno de esos días, vio a una vieja zarrapastrosa acercarse a los pies de la torre. 

El muchacho se escondió detrás de un árbol y observó, descubriendo al fin la manera de subir a la dichosa torre. Al día siguiente al anochecer, fue al lugar y gritó: -¡Rapunzel!, ¡Rapunzel!, ¡lanza tu trenza!-. El cabello de Rapunzel cayó de inmediato y el muchacho subió. Al principio Rapunzel se asustó, pero él le dijo que la había escuchado cantar y que su dulce melodía le había robado el corazón. Rapunzel olvidó su temor – a él también le gusta mi música-, pensaba. El muchacho la visitaba todas las noches y la bruja, que venía sólo durante el día (por la noche tenía que ver Arrayán), no sabía nada. Hasta que un día, bajando por la trenza oyó a Rapunzel decir que ella pesaba más que su joven amor. La bruja reaccionó: -¿Cómo osas haberme engañado?- Furiosa, decidió quitarle las extensiones a Rapunzel, y la abandonó en un lugar lejano para que viviera en soledad.

Al volver a la torre, la mujer malvada se escondió detrás de un árbol hasta que vio llegar al muchacho para llamar a Rapunzel. Entonces enfurecida, la bruja salió del escondite y le dijo: -Has perdido a Rapunzel para siempre. Jamás volverás a verla-. Además, le echó espray anti-violadores en la cara, dejándole totalmente ciego.

Incapacitado de volver a su casa, el muchacho acabó viviendo durante muchos años en el bosque, hasta que un día por casualidad llegó al solitario lugar donde vivía su querida Rapunzel. Al escuchar la melodiosa voz, que esta vez cantaba -a mí me gusta la gasolina, dame más gasolina- se dirigió hacia ella. Cuando estaba cerca, Rapunzel lo reconoció. Al verlo se volvió loca de alegría, pero se puso triste cuando se dio cuenta de su ceguera. Lo abrazó tiernamente y lloró. Sus lágrimas cayeron sobre los ojos del príncipe ciego y… no pasó absolutamente nada. Rapunzel le dijo que no le importaba, que su amor era tan grande que ella vería por los dos. Y vivieron felices y comieron... cosas que iban encontrando por el bosque.


Ilustrado por: Jorge Moreno

miércoles, 9 de mayo de 2012

Una píldora para evitar el contagio pesimista


Ahora mismo, tal y como estoy, con el portátil sobre las rodillas, acabo de tener una reflexión que me gustaría compartir con todos vosotros. Es posible que no sea una novedad pero me ha hecho sentirme mejor. Muchos de nosotros, estamos como locos buscando un trabajo, algunos para hacer frente a los gastos de un hogar o para poder tener esos gastos de una vez por todas, otros para que no les sobre mes al final de la paga de sus padres o simplemente, porque llevamos toda la vida estudiando, aprendiendo, y queremos pensar que nos ha servido para algo. Pues bien, hasta ahí creo que todos de acuerdo. Pero aquí viene mi reflexión. Cuando veo que pasa el tiempo, y sigo en desempleo, mi frustración crece y empiezan las dudas, ¿y si no valgo para esto?, nadie me quiere, nadie me llama, nunca tendré un trabajo… llegas a sentir que estás mendigando por cualquier cosa, te agarrarías a lo más mínimo, suplicarías porque alguien te diera una oportunidad, aunque sólo sean unos meses y con una retribución mínima, cual perrillo hambriento que espera a que caiga una miga de pan al suelo de algún transeúnte.

STOP
Pero hasta aquí hemos llegado. 

¡Basta ya a las empresas por aprovecharse de esto! Porque sí, está todo en crisis, pero también están explotando nuestras súplicas. Señores, hay gente muy válida ahí fuera que se merece oportunidades. La cuestión es, que a partir de ahora, voy a dejar de ser demandante de empleo para ser oferente de trabajo. Le doy un giro, una nueva forma de ver las cosas. Señores, basta ya de mendigar contratos basura, ofrezcamos nuestra miel. Se nos contrata porque ofrecemos nuestro trabajo, esfuerzo y compromiso, nadie nos está regalando nada, es más que merecido. Gracias al ofrecimiento de millones de personas, muchas empresas han llegado a ser grandes imperios. Estoy harta de ir a buscar empleo como si estuviera pidiendo un favor a la gente, cuando el favor, lo estamos haciendo nosotros. A muchos les parecerá una tontería, pero a mi me ayuda a no sentirme una m…da. Y sé que el entorno negativo aprieta, y que es verdad, que está todo muy mal, pero ahora es el momento de ser positivos y de salir ahí fuera sabiendo lo que valemos. Por favor, paremos este contagio colectivo pesimista… yo he estado a punto de caer.


¡SONRÍE! Es gratis



Lovely Owl


Y yo me pregunto... viendo esta monada, o mejor dicho "buahada" ¿Quién se resistiría a tener un búho como mascota? Lo único de lo que te tienes que preocupar es de buscarle un hogar para cuando ya no estés en este mundo, porque duran 80 años...

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