La vida es un regalo que nos dan al nacer. Al
principio no nos hace mucha ilusión, lloramos a rabiar, - ¿qué es eso de la vida?
Sea lo que sea no es bueno porque me ha sacado de mi nirvana-. Oh! Inocentes
desdentados, la vida es lo mejor que nos puede pasar. Sólo unos minutos nos
separan de comenzar a tomar conciencia de nuestro regalo. El calor de una madre
que nos espera con los brazos abiertos en la habitación de un frío hospital
desenvuelve el primer capítulo de ese regalo al que nos gusta llamar vida.
Ahora sí, tranquilos y calentitos, aunque aún inconscientes de lo que se nos viene encima, nos aferramos a nuestro regalo,
que nadie podrá nunca arrebatarnos.
Cada año que pasa es un nuevo trozo que vamos
desenvolviendo, descubriendo. Y ésa es la gracia de la vida. No sabemos qué
pasará, pero sea lo que sea, será una parte de ese regalo que nos han hecho y
que no debemos despreciar.
Algunas veces abriremos partes que nos
disgusten. No te lamentes, han sido puestas ahí por algún motivo. Quizás a
veces toca sufrir para dar paso a un cambio mejor en el futuro. Otras
veces no será más que una lección que debemos aprender, un mensaje con el que nos
debemos quedar para mejorar, porque la vida, también es aprendizaje.
Otras partes en cambio nos encantarán, pero lamentablemente,
el ser humano tiende a olvidarlas y solaparlas, dándole importancia sólo a las partes malas
de su regalo. Recuerda siempre una cosa: si
exageráramos tanto nuestras alegrías como lo hacemos con nuestras penas, éstas
perderían peso.